Patricia Martínez es la jugadora más veterana de una plantilla que está cerca de hacer historia en Aragón. Con más de tres décadas de fútbol sala a sus espaldas, la incombustible Patri mantiene intacta su ilusión por jugar. La experiencia le ha enseñado que lo mejor que te deja este deporte son las amistades, una esencia que espera que no pierdan las nuevas generaciones.
Cuéntanos tu trayectoria deportiva para conocerte mejor
La verdad es que llevo jugando toda la vida, desde el equipo del colegio, con las amigas, hasta ahora. Yo soy de principios de los 80 y, para entonces, en Aragón había cuatro o cinco equipos nada más. Hace casi veinte años empecé a jugar con Chus en la primera temporada que Sala Zaragoza estuvo en la segunda categoría nacional. Luego he pasado por muchos equipos, porque siempre nos íbamos cambiando el grupo de amigas para jugar juntas.
¿Cuándo regresas a Sala Zaragoza?
Cuando vuelven a jugar en división de Plata y una amiga mía, que estaba estudiando el curso de entrador con Chus, quería jugar en ese nivel. Lo hice por mi amiga, para estar con ella, y gracias a eso llevo siete temporadas aquí ya. Se hizo un grupo muy majo y seguí.
Después de tantos años, ¿te planteas colgar las botas?
Al final tengo 37 años, empieza a ser hora de tener más tiempo libre, más tiempo para mí. Todo el tiempo que he invertido en el fútbol sala no lo cambio por nada, pero algún día tendré que dejar de competir a este nivel.
¿Concibes un fin de semana sin fútbol sala?
Si supieras la de tiempo que llevo pensando en retirarme… Supongo que todo lleva un proceso. A lo mejor con menos compromiso, llevándolo de otra manera… Espero poder dejar el equipo en División de Honor y yo comenzar mi retiro tranquilamente en autonómica con la conciencia tranquila.
Una frase de Patri es que no le gusta jugar los derbis aragoneses, ¿por qué?
No porque no me guste jugarlos, sino porque el ambiente que se genera no siempre es positivo. A mí siempre me ha encantado jugar con la gente de mi ciudad, pero en ocasiones el ambiente en la grada no es sano. A lo mejor el hecho de que haya cuatro equipos en división nacional ha hecho que esa competitividad se incremente. Antes éramos cuatro equipos de amigas en autonómica, donde no te jugabas gran cosa y después del partido nos tomábamos algo juntas. Al estar en Plata quizá da la sensación de que hay algo más en juego, que es algo profesional.
Al final en un deporte que todavía está en crecimiento hay que ayudarse entre todos…
Es lo más bonito del fútbol sala, lo que debería ser. Dentro de que en un partido tienes que defender lo tuyo, salgas de la pista y mantengas la amistad. Es a lo que llevo jugando yo 30 años. Por ejemplo, en verano, el torneo de Remolinos lo sigo jugando con chicas con las que ya jugaba el torneo Rector en la universidad. ¡Y la terminé en 2005! Eso es la parte más bonita del fútbol sala. Nosotras no sacamos dinero, por más que estemos en una división nacional, al final es con lo que te tienes que quedar.
Hablando de la temporada actual, el domingo este equipo se puede proclamar campeón de liga…
No tenemos que confiarnos. Lo tenemos en nuestra mano, pero bajar la tensión y la concentración podría pasarnos factura. Vamos a jugar como hasta ahora, compitiendo como si fuese el primer partido. Al fin y al cabo, ganar la liga sería un punto y seguido. Es parte de nuestro objetivo, de nuestro trabajo, pero hay uno más. Tenemos gente muy experimentada, pero todas tendremos que luchar contra nervios, cansancio físico, tensión…
¿Cuáles son las claves de la gran temporada que está realizando el equipo?
Creo que tenemos el mejor equipo de los últimos años. Siempre hemos tenido buenas jugadoras, nos ha faltado una pizca de suerte… pero creo que este año es el más completo. El fichaje de Sarah complementa muy bien lo que ya teníamos y, como todo equipo campeón, hemos tenido esa suerte de que en Navidad llega Lioba tras un cúmulo de circunstancias.
Sin perder de vista el objetivo final, ¡no todos los días se gana la Segunda División Nacional!
Por supuesto. Pese a que haya un objetivo por encima, que siempre ha de haberlo sea el que sea, desde luego que nos hará mucha ilusión. Tenemos una plantilla que se merece vivir un momento así, desde las más mayores hasta las más jóvenes. También me hace mucha ilusión por ellas. Lo tenemos que celebrar, el que no sabe celebrar lo que gana no merece ganarlo, eso lo sabemos todos los deportistas. Pero el lunes habrá que volver al trabajo.
¿El tramo final de liga y la Copa Aragón pueden ser un arma de doble filo para el equipo?
Tenemos que trabajar muy bien en eso. Los partidos que quedan hay que jugarlos como el primero, sin perder tensión, ritmo de competición. Tiene que servir como preparación para lo que venga después.
Personalmente, tras un periodo en el que has estado lesionada, ¿cómo llegas a final de temporada?
Me lo estoy tomando casi como pretemporada. Cuando mis compañeras están en fase de cansancio, de fatiga acumulada, yo tengo que coger ese ritmo que llevan ellas. Mi momento es diferente, así que necesito muchos entrenamientos y coger poco a poco minutos de juego. El poco dolor que me queda no me está impidiendo jugar, los minutos que estoy pudiendo aportar me siento a gusto en la pista.
Para terminar, ¿cuál es el deseo de Patri para este final de temporada?
Evidentemente, el deseo ahora ya no puede ser otro que ganar la liga y subir este equipo a División de Honor. Porque este equipo ha trabajado duro, tiene mucha calidad y es excelente. ¡Y que se retire la camiseta con el número 8 cuando me vaya!